sábado, 12 de febrero de 2011

Exceso de forma, ausencia de fondo

Atrapada en las opiniones más que en los hechos, la actividad política ha sufrido un menoscabo y una baja en su calidad.

La razón es que quienes ejercen la actividad política cayeron en la trampa de procurar mucho más la forma y descuidar el fondo.

Por ejemplo, están permanentemente interesados en tener presencia mediática, aunque sus apariciones estén vacías de contenido. Un buen traje, una piel tostada y un buen acicalado son suficientes para aspirar a cargos de responsabilidad gubernamental.

Por supuesto, cuando logran engatusar a los electores y ganan una elección --ocurre con más frecuencia de lo deseable-- fracasan en la gobernabilidad pero lo suplen con una costosa campaña "de imagen".
Sin embargo, cada vez resultan mas costosas y los resultados menos garantizados. Ya se han repetido varios casos en los que candidatos y sus patrocinadores --con dinero del erario, por supuesto-- gastan más en campañas mediáticas y los resultados les son adversos. Los ejemplos sobran: Ulises Ruiz, en Oaxaca; Mario Marín, en Puebla; Manuel Añorve, en Guerrero, por solo citar casos en los que el gasto en imagen hubiera sido garantía de triunfo, pero el electorado no se dejó engañar.
Les faltó el contenido, el fondo.
Recientemente en Francia hubo discusiones políticas respecto a actitudes en las que, muy frecuentemente, incurren los políticos.

El presidente francés, Nicolás Sarkosy, se refirió a algunos de los vicios o distorsiones que han hecho más mal que bien a la sociedad. Por ejemplo el hecho de relativizarlo todo, de evitar hablar de moral, de congruencia, de principios y valores que se practiquen, no nada más se prediquen.
También rechazar la idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro o que deben evitarse las calificaciones para no traumatizar a los educandos.

O igualmente cuando pretenden hacer creer que la víctima cuenta menos que el delincuente; que la autoridad y su principio están fuera de moda y que no hay nada sagrado o admirable. En fin, dice Sarkosy, vivir sin obligaciones y gozar sin trabas.
Son tarea de los políticos que requieren clases de civismo, responsables del asesinato de los escrúpulos y la ética, que van por el poder por si mismo y no por las oportunidades de servicio que brindan.

Ausencia de fondo, exceso de forma. Mucha imagen, cero contenido.
Son esos líderes o políticos que hablan mucho de la escuela pública, pero mandan a sus hijos a colegios particulares, en los que se ve normal el uso de escoltas que amenazan y atropellan el derecho de los demás.

Hoy debemos volver a los antiguos valores del respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones antes que los derechos, insiste Sarkosy.
Pero será muy difícil que estos susurros se escuchen en medio de la estridencia mediática cargada y encantada de superficialidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario